Felicidad enmascarada

sábado, 15 de febrero de 2014

| | |




Y el pececito se preguntaba....


"¿Por qué pasa el tiempo tan deprisa? ¿Por qué corres tanto? ¿Por qué no tengo control sobre ti? ¿Por qué los días son horas y las horas, minutos?"

Quizás, ahora, esté desaprovechando su tiempo, esté desperdiciando su vida. Al pececito le gustaría volver al ayer, poder exprimir su tiempo, sacarle su máximo jugo; pero, en ese ayer, sólo era consciente de que el tiempo pasaba cuando lloraba, la caída de sus lágrimas marcaban el ritmo de su reloj. Ahora, su reloj, había perdido el ritmo, su felicidad lo había vuelto loco, su reloj estaba descontrolado como caballo que baja a galope una inmensa montaña.

El pececito sentía que no tenía tiempo para hacer nada.

Tic, tac, tic, tac,.... su reloj marcaba un ritmo insuficiente para nuestro pececito, que sentía que necesitaba, más y más tiempo para poder reír; no consideraba que las carcajadas, sonrisas,... repartidas en una hora fueran suficientes, quería más y más instantes, instantes vacíos para llenarlos de su felicidad, felicidad desvocada, felicidad insana, loca, felicidad atemporal, porque no se había inventado instrumento alguno que fuera capaz de medir cuánto tiempo pasaba nuestro pececito feliz.


0 comentarios:

Publicar un comentario