
La mujer, ese ser extraño pero magnífico a la vez.
La mujer, la creación pecaminosa de Dios, la curiosa y
culpable de todos los males de la
Tierra , y por cerrar a tiempo esa caja, la responsable de que
la esperanza sea lo último que se pierda.
La amante incondicional, la madre luchadora, la amiga fiel y
la hija rebelde. Muchos adjetivos la definen, muchos adjetivos aceptados
socialmente, pero estereotipias la mayoría de ellos, la mujer ser sensible, ser
débil, ser bello, ser tierno, ser dulce, que se emociona con el llanto de un
bebé o con una puesta de sol, la mujer que anulada por la sociedad ha tenido
que gritar más fuerte que el ser dominante para hacerse escuchar, para defender
sus derechos, tales derechos que cualquier individuo bípedo se merece.
La mujer madre, siempre al frente, siempre al pie del cañón
para defender aquello que nació de sus entrañas con uñas y dientes, aquella
persona dispuesta a defender a quien se muestra débil, la mujer madre, madre de
toda criatura que necesita de ella, de su comprensión, de sus cuidados, de sus
brazos que se alzan para evitar cualquier chaparrón inesperado.
La mujer amante, aquella que se enamora de su príncipe azul,
esa persona que es ideal, única, hasta el momento en que todo termina y ella se
queda sola con su castillo vacío y sin nadie que monte su caballo.
La mujer amiga, siempre fiel, siempre atenta, siempre dispuesta a prestar su hombro para aquel que lo necesite.
La mujer amiga, siempre fiel, siempre atenta, siempre dispuesta a prestar su hombro para aquel que lo necesite.
La mujer hija, rebelde cuando es púber, deseando de volar y
de que nadie invada su libertad, pero cuando crece, se convierte en la hija ejemplar.
Seas cual seas en este momento de tu vida, siéntete
orgullosa de ser mujer, por ser persona; cuídate como nadie te cuidará nunca y
grita a los cuatro vientos que tú sola puedes con todo y con todos.
0 comentarios:
Publicar un comentario