Es absurdo pensar que los peces pueden llorar, pero... ¿y si lo hacen?, ¿y si lloran?. A lo mejor en algún momento lloran y esas lágrimas pasan desapercibidas ante nuestros ojos, porque pensamos que es algo imposible, algo que no tiene cabida en nuestra realidad, en nuestro día a día. Y en ese instante, en ese momento en el que miramos hacia otro lado, es cuando más nos necesitan, necesitan una palabra de consuelo, una mirada de compasión, una caricia de alivio, o simplemente saber que estamos ahí, sin juzgar, sin preguntar, sin decir palabra alguna, pero a su lado, cerca, para lo que necesiten.
0 comentarios:
Publicar un comentario