¿Somos iguales?

sábado, 24 de enero de 2015

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A simple vista, hombre y mujeres, son diferentes, pero la palabra diferente implica desigualdad. Según la RAE, la palabra “desigual” significa: Que no tiene la misma naturaleza, cantidad, calidad, valor o forma que otra u otras personas o cosas, o que se diferencia de ellas en uno o más aspectos. Cuando se dice que algo es desigual, lleva implícito consigo, una comparación, por lo que una de las partes comparadas tiene que ser mejor que la otra.

Pero, ¿cómo se resuelven las desigualdades entre hombres y mujeres sin llegar a sobreponer un género sobre el otro? Desde el campo de la ciencia y más concretamente, desde la neurociencia, se están haciendo grandes avances para poder contestar a esta pregunta desde una perspectiva de género, en la cual ningún sexo queda por debajo del otro.

Cuando decimos que la mayoría de los hombres son más altos que las mujeres, no hay polémica, es algo evidente, y parece que esta afirmación no ofende a (casi) nadie, pero cuando se hace la misma afirmación para señalar las diferencias que hay, por ejemplo, en cuanto a las capacidades mentales, que por alguna razón están relacionadas con la inteligencia, las reacciones mundanas no son las mismas; se han encontrado diferencias en procesamiento espacial, donde los hombres muestran más habilidad para rotar mentalmente objetos, esta afirmación no significa que no haya mujeres hábiles en esta capacidad, pero las curvas estadísticas son más favorables para ellos. Pero  estas diferencias no quieren decir que los hombres sean más inteligentes que las mujeres, ya que los datos referentes a inteligencia general son igual de favorables tanto para ellos como para ellas.

En cuanto al juego, el cual es importante para el desarrollo cognitivo del individuo, se ha comprobado mediante estudios de observación, que ellos prefieren juegos de “niños” y ellas juegos de “niñas”, esto ha sido incluso comprobado en monos, teniendo en cuenta su sexo y la preferencia por el objeto elegido para el juego, donde se observan las mismas diferencias.

Por otro lado, hay datos que nos muestran que los hombres eligen carreras profesionales más relacionadas con las matemáticas (lógica, inferencia) y las mujeres carreras más relacionadas con las personas (cuidad, trato directo). Pero esto, ¿se debe a una elección propia del individuo, por ser individuo?, o ¿esta elección está contaminada por lo culturalmente correcto, es decir, por lo que es más adecuado por ser hombre o por ser mujer?. Aún no se ha encontrado una respuesta para estas preguntas que esté fundamentada en datos objetivos, por lo que el tiempo y la igualdad de oportunidades por la que se lucha en la actualidad darán la respuesta.

Es evidente que hay diferencias entre hombres y mujeres, hay diferencias anatómicas; por un lado están las físicas, evidentes a simple vista, y por otro lado están las diferencias anatómicas cerebrales y la actuación de las hormonas en uno u otro sexo. De alguna forma estas diferencias se manifiestan en el comportamiento de unos y de otras, pero, dejando a un lado datos “objetivos”, hombres y mujeres somos iguales, en cuanto a que tenemos derecho a elegir y optar por las mismas oportunidades.

Lo ideal, desde mi punto de vista, sería utilizar e indagar en las diferencias entre sexos para utilizarlas de forma útil, es decir, para poder beneficiarnos de dichas diferencias, por ejemplo en la rehabilitación de daños cerebrales, teniendo en cuenta que hay diferencias en el cerebro a nivel anatómico la rehabilitación de éste podría ser diferente.

Para concluir, hay que decir que todas las diferencias anteriormente nombradas no justifican la discriminación social que se da en nuestra sociedad hacia el papel de la mujer. Todas las culturas, incluida la nuestra, exageran dichas diferencias, creando estereotipos de género que confunden patrones psicológicos con modelos culturales. El papel de la mujer en nuestra sociedad ha estado muy sesgado por los estereotipos de mujer cuidadora, ama de casa, lo cual limitaba su desarrollo laboral fuera del hogar. Hoy en día esto está cambiando, el modelo de familia se ha modificado en los últimos años y la mujer tiene la necesidad de salir a trabajar fuera, de desarrollarse como persona trabajadora para satisfacer sus deseos más allá de sus necesidades.


Somos diferentes anatómicamente, 
pero nuestras diferencias pueden acercarnos a conseguir la equidad social.

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